Antes de que me haya ido
para beber de otro viento,
permítemete que te escriba
solitariamente y quieto.
Me aferré a tu mentira;
La realidad no incluía tus besos.
Pensarás que no fue nada;
tan sólo un sentimiento blasfemo.
Fue, en realidad nada más.
Si acaso, desenfreno.
Te irás, y no serás despedida.
Tan sólo un íntimo desencuentro.
Y mientras caen los lamentos
y sigue perpetuo el sueño,
todo es un trozo de ti,
emocionante, pero pequeño
epílogo de la vida
que nunca se expresa en verso,
pero deja somnolientas huellas
del ignorado dolor ajeno
de vivir esperando lo escrito
en la radiografía de un momento.