Están lloviendo amapolas de sangre
en arcones investidos de sueño y delirio.
Están buscando, dementes, el misterio de la vida,
de la lumbre y de la carne.
Mientras, otros las llaman paz y justicia,
yo escupo e insulto naturalezas,
maldigo a quienes impunes,
transforman con lanzas su esencia.
Por transmutar vanidades en hambre,
ruego a las ánimas del campo
los cubran con granos de fuego,
entierren el alma humana
que muta las aves en hierro,
que vuelan, no oteando insectos,
buscando borrar el recuerdo
de benditas historias que nacen.
No hay vida sin finitud, ni consciencia sin dolor. Ojalá, al menos, en nuestra levedad lleguemos a encontrar la esperanza de lo efímero, el valor de haber existido.
domingo, 31 de enero de 2016
miércoles, 20 de enero de 2016
Invierno, en La Ballesta de Papel nº 13 y Aldaba 29
El invierno regresa
incluso en las gélidas palabras
de los que me visitan.
[Sumitaku Kenshin]
Invierno, el que calla tu ausencia.
Devorado horizonte
tu utopía esquivada.
Tan voraz como el tiempo
que siega la vida;
cultiva la nada.
Vas
recogiendo nuevos brotes
de solitarios olvidos;
de gélidas palabras.
Copos de nieve recuerdan
caminos.
El sol no amanece;
el alba no ilumina
No despierta el hombre, quien malgasta sus
horas
fustigando el encuentro
con los que ya partieron.
Triste el que sólo aprende
de la semilla
que en flor culmina.
El destino sólo
es uno.
De ahí la diferencia,
conocida muy tarde por centinelas dormidos.
Pues en la catarata infinita
que, silenciosa, nos sostiene
…
ya no hay lugar para los nombres.
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