Están lloviendo amapolas de sangre
en arcones investidos de sueño y delirio.
Están buscando, dementes, el misterio de la vida,
de la lumbre y de la carne.
Mientras, otros las llaman paz y justicia,
yo escupo e insulto naturalezas,
maldigo a quienes impunes,
transforman con lanzas su esencia.
Por transmutar vanidades en hambre,
ruego a las ánimas del campo
los cubran con granos de fuego,
entierren el alma humana
que muta las aves en hierro,
que vuelan, no oteando insectos,
buscando borrar el recuerdo
de benditas historias que nacen.
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