a veces, me preguntan los latidos,
cegados de su insano entendimiento,
lo vano del amor, cuando te has ido.
Ufanos, me demuestran de repente,
que pueden recordarte más deprisa,
sintiendo en la penumbra de tu puerta
tu ausencia de escalones recorridos.
La herida reparada de tu ausencia;
tu ausencia cuando sales tan segura
buscando caricias desconocidas.
Quién sabe en qué lugar ni en que tiempo.
Qué rápido han pasado veinte años.
Aún noto el vacío encaramado
en mármol frío y claro, que describe
silencios del rumor entre la nada.
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