Crean sinfonías sin sonido; cuasi infinitas y calladas
cuando los vivos celebran su salud y su remanso,
como relojes parados de cristales translúcidos.
¿Quién acepta a los que invocan
la finitud de su tiempo, etiquetados de oscuro,
con estoicismo su exilio?
Soportarán esa espera hasta que, un día
sin aviso
sin fanfarrias ni reclamos,
sea confirmado su sino
y, arrepentidos todos, de la arena mal usada,
vuelvan la cara y nos digan
< < Se han acabado las horas > >.
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